Llegar a Ecuador, ha sido una de las experiencias más increíbles que me ha tocado vivir en mis 22 años de edad, mi vocación de servicio me condujo a encontrarme con personas con ideales fantásticos, metas y objetivos claros, pero sobre todo un corazón dispuesto a ayudar en todo momento.
La Fundacíon Minadores de Sueños, es el segundo hogar de cada uno de los niños y adolescentes que aquí asisten, es el lugar donde encuentran un refugio para poder soñar, divertirse y aprender, un ambiente cálido que te permite desenvolverte y un grupo de expertos que están con toda la disposición de conducir a estos seres por el camino a la trascendencia. Las personas con las que me rodeo, son todas diferentes, pero con habilidades, conductas y pasiones, dirigidas a un mismo fin, construir una enseñanza que permita el desarrollo de las niñas y niños que vienen con la encomienda de reforzar lo que han aprendido, corregir sus errores y pulir sus fortalezas.
Yo estoy sumamente maravillado, inspirado, lleno de felicidad, no creí vivir este sueño tan pronto en mi vida, tener la oportunidad de dirigir grupos de niños y adolescentes, ser su guía, su motor para que no desistan en sus sueños, su impulso de que las cosas van a cambiar y serán muy favorables para ellos en un futuro, si siempre tienen la encomienda de ser buenas personas y nunca rendirse.
Estas semanas han cambiado mi vida para siempre y no hay marcha atrás, estoy tan inspirado y consciente de la labor que se realiza aquí, que esto aquí no termina, y me voy con la firme convicción de que tengo que replicar lo aprendido aquí en mi país, en México, donde las condiciones de vida no son tan diferentes a lo que aquí estoy viviendo.
Hay momentos en la vida, que uno se debe de detener un momento a dar gracias por lo vivido, yo lo hago cada día que asisto a la fundacíon, mientras subo por la montaña, veo un paisaje que me hace sentir vivo, feliz, un frio que me acoge y me recuerda que en cuanto me pare al frente de esos niños voy a sentir la calidez de sus sonrisas, de sus esfuerzos, también veo animales, vacas, cerditos, perros, que me ladran y me dicen apresúrate, no te vayas a perder ni un solo instante de la llegada de los niños.
Bajar y ayudar a hacer de comer con la señora Elena, es de verdad gratificante, no solo aprendo a como cocinar, aprendo de cultura, de la sazón ecuatoriano y sobre todo de una mujer inteligente, noble, amable y muy valiente. Compartir espacio con las maestras, mujeres bellas, tanto física como mentalmente, fuertes, trabajadoras y conscientes de su vital labor en la vida de todos, son la raíz de del aprendizaje, son ese abrazo que nunca estará de sobra, son esa llamada de atención porque quieren lo mejor para ti.
Por último, nunca voy a olvidar a esos ejemplos vivos de que el mundo tiene esperanza, esos voluntarios asistentes, con un corazón dispuesto ayudar, siendo útiles en todo momento, jóvenes entre 14 y 20 años, que dedican su tiempo libre al servicio de su comunidad, claro que los admiro, los respeto, yo a su edad hubiera deseado hacer lo que ellos hacen, con una increíble actitud e historias nuevas cada día, mientras cada uno cumplía con lo que le tocaba y algo más, porque la proactividad es el sello que define a esta fundacíon, nunca paran, nunca se conforman hasta que lo malo se convierte en bueno y lo bueno en excelente.
Doy gracias a Dios por permitirme estar aquí viviendo este sueño, a mi familia por impulsarme, creer y confiar en mí en todo momento, a la señora Alba y al señor Marco por lograr que esta fundacíon crezca, inspire y sobre todo cambie vidas, muchas vidas de niños y jóvenes que hoy creen en sí mismos, y al destino que me hizo coincidir con estos minadores y siempre los llevare en mi corazón. Este proyecto no termina aquí, la educación es la base para que el mundo cambie, y no descansare hasta marcar la diferencia en la vida de miles de personas, porque el éxito es eso, saber que a alguien le cambio la vida gracias a que tú existes.
Me voy con tres cosas grabadas de forma permanente en mi mente:
- Lo importante no es lo que sabes, si no lo que haces con lo que sabes.
- No existe otro liderazgo que el liderazgo con el ejemplo.
- Ningún sueño es muy grande y ningún soñador muy pequeño.
Espero me recuerden, siempre agradeceré la oportunidad y espero se alegren cada que recuerden lo que un joven mexicano pudo vivir y sentir cuando estuvo aquí. Les aseguro no se arrepentirán de haberme permitido trabajar con ustedes, minando sueños.
Alexis Maximiliano Gutiérrez MéndezÂ
22 años, Mexicano
Estudiante de Derecho
31 de agosto del 2021.